
Inés Velásquez de Varón está ahora con 89 años, la veo hermosa, simpática y aún viviendo en su casita donde la vi por la última vez hace 47 años atrás.
La conocí cuando yo era chiquita y en esa época no me acuerdo de algún día haberme sentado para conversar con ella. Pero así es, los niños apenas buscan diversión o amigos y los adultos tienen siempre muchas cosas para hacer.
Inés y su esposo tenían un sueño, tener su casa propia donde sus hijos pudieran crecer felices. Lo que ellos no sabían era que, con este sueño estaban también construyendo algo mucho más grande que solo una casa y esta comprobación vino años después, con su nieta de 6 años, cuando se sentó con ellos y les preguntó: Titos, ¿y ustedes como hicieron para conseguirse este mundito?
El mundito a que la niña se refería era esa misma casa que consiguieron comprar en 1965, en el barrio de Niza, con área verde enorme, pájaros que visitan el jardín todos los días, parques y calles con una tranquilidad sin igual. Este barrio no tiene solo casas, como la mayoría, él tiene magia. Es un encanto. Inés costumbra hablar de esta casa como de un milagro, es algo muy espectacular que ellos, y las otras familias que allí vivieron o aún viven, ayudaron a hacer juntas.
Al comienzo fue bien difícil, no había nada, ni teléfono y mucho menos transporte. La carretera era destapada y los buses no llegaban. ¿Escuela, comercio o policía? Ni pensar. Pero había otras cosas increíbles, como los carabineros que subían los niños en sus caballos para dar una vuelta a medida que pasaban por las calles del barrio y una finquita al frente, de un campesino que se llamaba Juanito; él vivía allí, tenía vacas y bellos jardines llenos de flores.
Inés es de una época en que las mujeres se quedaban en casa cuidando de todo y de todos los hijos. Hizo carrera intermediaria llamada Formación Familiar, en la Universidad de Antioquia, en Medellin. Le encantó y además le sirvió muchísimo porque tenía materias dedicadas al hogar, como nociones de derecho, puericultura, corte, confección, cocina, arreglos florales, declamación y decoración – que era su favorita.
Es un placer muy grande poder escuchar estas histórias y poder llevarlas a las personas de otras generaciones que no saben como nacen los barrios y que cada casa, es mucho mas que ladrillos o cemento. Son sueños que se convierten en munditos mágicos.
Entrevista colectada en Bogotá, Colombia.
Amaridades. Contando historias, inspirando futuros.
